Casi como un emblema me acuerdo de aquellos días en donde nos sabíamos amar. Yo era un niño, joven y fértil, con un corazón, una melena, y lleno de ganas de andar. Vos eras pura, virgen, y calzabas perfecto entre mis brazos, o en el rincón de mi cama de estar. Sin embargo, aunque te vea y sigas siendo distinta. Aunque nunca pierdas la condición de reina, y el sol y la luna y todas las luces de mi vida jueguen a la sombra de tu esfera. Aunque los años pasen y crezca, con los bolsillos llenos de tierra y alguna flor escondida, con los bolsillos vacíos llenos de nada y alguna mirada escondida. Aunque seas un Dios y por vivirme te extrañe, todos los días, no puedo borrarme el vago iluso e hiriente recuerdo de que no me dejaras cantar. Nací para eso, y vos no me dejabas cantar. Era consecuente con lo que emergió de mi piel, con las ganitas de hacerte mía y dejarnos ser. Pero vos no me dejabas cantar. Era libre del cielo y gracias a mis familias podía mirar de lejos al veneno. Tenía soles y soles de todos los colores para tu amanecer pintarlo en crayones. Pero vos no me dejabas cantar. Tenía todo lo que hoy di a luz, tenia todas las semillas que hoy florecieron, tenia los mismos valores sobre el amor.
Y también te tenia a vos.. Que no me dejabas cantar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario