Suelo sentarme en la puerta de tu casa,
a veces a solas,
a destrujarme el pecho
y escucharte tocar.
Sonrío, lloro, me alegro y entristezco.
Quizás, nada de eso.
Experimento sensaciones nuevas con tu sin-vos,
otro aroma, otro dolor.
A veces quiero silbar, ronronear a tu ventana
¡Elevar mi canto, mi llamado de pájaro a tu balcón!
Quizas, seguir el ritmo de tu ausencia,
tararear esto que siento con timidez.
Salivar en el cerrojo de tu puerta
tiernas preguntas..
Siempre termino por quedarme quieto,
el cuerpo absorto..
Y con pasos suaves, como si la vereda se tratase de tu piel,
vuelvo mendigando a mi nueva casa,
con mi poesía y mi secreto,
queriendo y dejando y soltando..
Sonriendo para adentro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario