Como el humo
penetras mi caparazón de barro seco.
Ingresas en el templo,
sacudes el avispero,
te bañas en la miel mas fina,
dulce, del panal.
Como el aire
acompañas mis pasos
en la tierra.
Llenas
todas las copas
con tu sangre de agua.
Alumbras
todos los rincones en sombra
del jardín
de todos
de mi abismo
en soledad
Como el frió
te haces notar.
Eres fuego, una marca
recordatorio permanente.
Lates, y pulsas
en lo profundo
del corazón de todos.
De todos
el corazón
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