Siempre
Siempre te quiero.
Lamentablemente
amo el brillo
con todas sus sombras.
La seguridad combativa
amenazante
que brota y me vive como la sangre.
La duda de toda la existencia,
de mis ojos.
La duda de vos, de mi.
El sol que trajiste escondido
esperándome
en silencio, en algunas de esas noches,
benditas noches,
donde nos aventuramos en la selva del espejo.
Ocultando tu verdad,
el fruto inmaduro y verde
que naciste para mi:
La vida
con insondable hermosura
que amaneciste para mi,
y que juntos
convidamos todos los días.
La luna
que con tiniebla escondiste
sutil y ferozmente
detrás de aquel sol,
que supo ceder toda,
toda su luz
a los pasos sin fondo de la noche.
A tus laberínticos ojos,
al dolor que enmaraña esta soledad
que apenas comparto contigo.
La bendición pura de haber nacido,
una maldición que perdura
mientras estas vivo.
A tus dioses vientos
que despiertan
y destruyen.
A tus dedos,
deseos de aire
que ahogan
cuando estas
y cuando no.
A tu lengua
animal sin cadena
que ladra veneno y dolor,
que esconde lagrimas,
un mar
bajo el corazón.
A tu lengua de fuego,
que alumbra, entibia y calienta.
Que quema
y todo vuelve al fuego.
A tu mirada de aire celestino,
caricias blandas caen como plumas
al aposento de los dioses
que esconde tu piel.
Siempre,
por sobre todo
te quiero siempre.
Con tus
multifacéticos formas y caras:
Enigmáticas
como las mías
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