miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Tiempo

El tiempo
voluminoso imperio
me atraviesas
con lanzas de hierro oxidado
todo el cuerpo
mi corazón de niño.
Filoso tiempo,
cuentas
a picaneadas
el aire que respiro.
Ahogas
y desarmas.
Curas
y me dejas olvidar.

Tiempo
ausente, engañoso
valioso tiempo.
Traes a mí
la guerra:
La miseria inmensa
del hombre.
Tiempo,
eres fuerte y poderoso.
Como el viento
me haces temblar
y callar.

A veces,
querido tiempo
me haces temer.
Inyectas en mi sangre
el miedo
de que te escapes
de que te roben
y te quiten de mi mano.

Tiempo,
a pesar del miedo,
de tu oscuridad
y tu atractivo poder
déjame contarte mi secreto:
Tiempo,
tu no eres
si yo no soy.
Tu, tiempo, eres efímero,
volátil
inestable
fino
como tu esencia misma.

Tiempo,
Tú, no eres.
Tú, sin mí
no existes.
Tiempo,
heredado por los hombres
que ya habitaban
antes de yo nacer.
Tiempo,
descubrí tu disfraz,
tu mentira infantil,
tu juego
broma de un niño.

Tiempo,
tu sin mi, no existes:
Yo te invento.
Yo
te creo, te pinto.
Te encuadro en una palabra
“Tiempo”
para invocarte
cuando de tu ancestral vuelo
alado e inventado
quiero hablar.
Tiempo,
hermano
en esta trama,
infinito punto que somos todos.
Quiero decirte
que no es tu existencia
tu origen lo que me interesa en verdad.
Sea lo que seas,
cuantos nombres guardes bajo tu vestido,
solo quiero vivirte.
Cristalizar mis ojos
de plena atención
de pura conciencia
y vivir
vivirlo todo.

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