Tengo
dos pies
ligeros y hábiles.
Pies buscadores
que me llevaron a vos.
Tengo
dos manos
con las que toco
palpo
acaricio
los espacios
eternos de tu piel.
Tengo
dos ojos
con los que te miro.
Dos pequeños espejos
de lo que la vida
sembro aquí adentro.
Pero sabes, amor:
Tengo
también
dos caras.
Un invierno para cada primavera.
Tengo
dos pies
con los que escapo
me alejo de mi, de vos
de todos.
Tengo
dos manos
con los que
desgarro pieles
araño con salvajismo
los sueños de los otros.
Manos con las que ahorco
y me lastimo.
Tengo
dos ojos
con los que convido
el reflejo oscuro
de los huracanes siniestros
laberínticos cielos negros
del interior de mi cuerpo,
en lo profundo de este
pequeño
efímero insecto que soy.
(Tengo
al universo
enteramente abismal
en mi:
De estos ojos para adentro:
Todo en mí).
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