El Silencio. Como las más imponentes y maravillosas sensaciones, nace del silencio.
El panorama se presenta calmo, tal vez con un tono de voracidad, pero sin desenmascararse completamente. Sacando a lucir a la calle su disfraz, bajo aquel velo que juega con los matices de un gris unánime e infinito, todavía no muestra nada de aquello que se trae entre manos. Disimula la tensión que con su propia presencia genera en el clima.
Una vez más, silencio. El perturbador e inquietante silencio. Este da lugar a los primeros destellos de luz, asomándose tras el velo. La claridad de sus ojos reluce a rayos. Una tonalidad muda que solo acompaña la tensión del aire.
Unos primeros y tímidos acordes comienzan lenta, muy lentamente a quebrar aquel precioso panorama. Una mancha por aquí, una por allá, y la siguiente un poco mas gruesa, a menor distancia..
Las filas principales de la orquesta estallan en aludidos. El bosque esta vivo.
Las sospechas del posible crimen son completamente confirmadas. Ahora, a observar lo inevitable.
Al ahogarse los gritos y perderse los alaridos roncos de furia, sedientos de verdad, da comienzo al momento culmine del relato. La mirada en alto, desnudo ante el hecho. Nuestro rostro es testigo de la divinidad. Una, dos, tres…
Ellas corren por mi cara dejando un rastro de vida fresca en su camino. Cuatro, cinco, seis.. Una melodía para cada impacto. Con un poco de atención, todas son partes del mismo rito. Algunas mas apresuradas que otras... Y con el correr de los segundos, los espacios se llenan de música peleando por un rinconcito de ser en tu vida.
Sin darnos cuenta, El Diluvio.
Como un ladrón de guante blanco, baja a hacer su trabajo. Su delicado y gratificante trabajo. Con sutileza, con cuidado o con demencia, ahí esta una vez mas desatando su majestuoso ser. Su abrazo, desafiando las dimensiones, es la mejor caricia que el alma puede recibir. En ella renacemos, una y otra vez. Nos limitamos, solo a sentir…
Dios en forma de agua. A esta altura, ya se esta completamente enamorado de uno de los fenómenos mas hermosos de la naturaleza. Su compañía nos transparenta la piel, nos muestra en otro lugar. Nos traslada, y uno se encuentra más allá de todo, por encima de cualquier adversidad.
Las baldosas flojas no mojan lo mojado.
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